Ay, Señor, qué paz, qué gusto esta tranquilidad de estar sola. Tú y yo en charla interminable, profunda. Pocos momentos al día puedo disfrutar así.
Quiero callar mi boca, mi pensar y que sólo mis ojos te hablen al contemplar, en esta soledad que hoy me regalas, el amor que me traes.
Silencio, calla, Señor, mi palpitar, háblame Tú, no calles. Para llegar a tí dejé atrás todo lo vivido, lo deseado, nada en el alma, nada en el cuerpo, este vacío al fin por un instante se ha hecho para que Tú me hables.
La luz del día se me fue de tanto encenderla, gastada de tanto amor desparramado, de tantos años de vivir, de vagar sin encontrarte. Hoy me despojé de los adornos, de los disfraces para llegar a este silencio, sin nada decir, sin buscar otra ilusión, otro amor, sin nada ser para nadie.
Ven, Señor, recoge los despojos que la vida me fue causando. Ahora, ante tu trono no siento rubor, no hay penar, el barro que fui, vasija rota, a tu mano creadora, reparadora, a tu voluntad torna, sin más pedir, sin más querer que tu PALABRA.
Háblame, Señor ¿Qué quieres? Sólo tengo el amor que me diste, sólo el dolor que yo hice me queda ya para darte. Sé que aún no llegué, que tengo que vivir, merecer, hasta que sea tu voz la que me calle.
No es mi deseo, mi fatiga, la que hará que mi vida en tí termine, es tu mano poderosa, amante, la que me diga:
Ven..., ya llegaste.
2 comentarios:
Gracias, querida Militos. Precioso.
Te deseo un buen día, a ti y a tu familia. No me olvido.
Un beso, con mucho cariño.
Militos, te mandé un mensaje y no se si te llegó, pero que sepas que seguimos en la brecha. Has escrito una oración preciosa, que Dios te bendiga
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