Yo quise jugar otra vez y enredarme en mi niñez. Quise vaciar el baúl de lo escondido. De lo que sólo era mío, de lo que con nadie nunca deseé compartir porque ignoraba que se hallaba en mí. Y me senté a mirar y deletrear las hojas del libro que ya eran pasado, vividas, aprendidas, subrayadas. Me senté en aquel banco de otoño para esperar una mano que me levantara despacio, sin sobresalto o una mirada que supiera ver en mí algo distinto a lo que siempre fui; que penetrara y rebuscara conmigo en ese baúl para sacar a la luz los juguetes olvidados. Sabía que era difícil encontrar, en una vida sin fisuras, algo nuevo, algo encendido que tenía la certeza, dentro de ese hueco rezagado, aún guardaba. Que estaba ahí y nadie, ni el amor supo nunca encontrarlo. Pero ahí seguía..., llamando una y otra vez a la aldaba de mi alma cerrada. Reclamando asomar por los ojos, por los labios, por las manos para que alguien lo extrajera. Tiempo, tiempo de espera, sin impaciencia, sin alterar los hábitos, continuando con la constancia de ser el todo para todos y la sonrisa para los apagones de la vida.
Firme, de roca por fuera y arena por dentro, desperdigada en una playa sin fin donde los demás reposan. Gustando ser lo que eres mientras esperas un nuevo descubridor que en medio del océano grite:¡tierra!..., para ese navío que sólo persigue un ancla para poder descargar la mercancía, los juguetes almacenados y las palabras nunca vivas, nunca reveladas. Sólo palabras, hermosas, escogidas, inventadas para ser dichas sin esperar siquiera que alguien las recoja
Se apagó la Luna y mi sueño se esfumó.
CLARO DE LUNA_ DEBUSSY
3 comentarios:
Muy bonito, Militos.
Gracias, Mª Jesús, son las nostalgias que van y vienen a su antojo, cuando menos lo esperas.
Besitos
¿Quién es el niño de las gafas? tengamos la fiesta en paz.
Besitos
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