Este año nos están escamoteando el Otoño con los calores sufridos hasta casi final de octubre, el campo, los árboles, no han podido lucir su explosión de colores, amarillos, rojizos, ni siquiera ese marrón cobrizo del Arce. El sol los ha asfixiado y la falta de lluvia ha hecho el resto, las hojas han ido secándose y cayendo sin llegar a matizarse como parecía obligado en estos meses, ya me parece tarde su recuperación. Este año nos faltará el disfrute de esa paleta de colores que ni el mejor artista puede calcar. Tal vez no haya sucedido así en todos los lugares, esto es lo que he observado en mi campo cercado de Guadalajara donde las temperaturas, por lo general, son extremas, muy bien definidas para que nadie se llame a engaño, el calor es calor, el frío frío, el Sol solazo, las nubes nubarrones y la lluvía a cántaros.
He de reconocer que el trabajo hoy ha sido arduo, este Sauce que tanto me acoge en verano, está insoportable, se desprende con lentitud , pero con constancia de su verde pelaje sin darnos ocasión a recogerlo totalmente, estoy viendo que regresamos a Madrid y le va a faltar tiempo para volver a extender su alfonbra pardusca sobre el pavimento. Sin embargo el Tilo se mantiene precioso, aunque ya debería haberse revestido de amarillo y facilitar la trasformación de sus hojas en cálidas infusiones. No le culpo, ya conocemos la causa, esa falta de amor otoñal que suaviza tanto la naturaleza como los corazones.
Qué sería del amor, si bruscamente se pasara de la alocada pasión de los amores jóvenes al total decaimiento de la ancianidad. El amor humano es un espejo de la propia Naturaleza, necesita vivir con intensidad las estaciones una a una, disfrutar de ellas y aprender a ser feliz en la superación de cada etapa, echando raices hacia dentro, sólo así el amor alcanza la plenitud de la perpetuidad.
Qué sería del amor, si bruscamente se pasara de la alocada pasión de los amores jóvenes al total decaimiento de la ancianidad. El amor humano es un espejo de la propia Naturaleza, necesita vivir con intensidad las estaciones una a una, disfrutar de ellas y aprender a ser feliz en la superación de cada etapa, echando raices hacia dentro, sólo así el amor alcanza la plenitud de la perpetuidad.
No era mi intención detenerme en similitudes, iba yo dando la vuelta a mi pequeña parcela para saludar y reconocer el estado de cada árbol y planta, pero ellos no quisieron permanecer callados y me dieron esa pequeña lección.
El que de verdad me tiene preocupada es el Madroño, después de que el Lilo secara por completo, es mi preferido, por lo que simboliza en el Madrid de mis amores y porque sus frutos son muy beneficiosos, entre otras cosas, para la regulación del intestino, sin abusar de ellos, pues ya advertí en un antiguo post que el licor que contienen emborracha hasta a las aves que revolotean en su entorno, lo que no impìde elaborar con ellos un licor muy agradable. Me preocupa el Madroño, está a reventar de madroñitos, sus ramas se doblan por el peso cuando aún no han adquirirdo el rojo necesario para recolectarlos, sus hojas se ven pardas, aunque este árbol perenne no precisa mucha agua, basta con verter en su alcorque dos cubos de ella una vez al mes, sin embargo el excesivo calor en una época en la que no es habitual temo que se lo lleve sin piedad, después de los diez espléndidos años que hemos disfrutado de su alegre compañía . No quiero resignarme, necesito su presencia coloreando este entorno antes de la llegada del gris Invierno.
El que de verdad me tiene preocupada es el Madroño, después de que el Lilo secara por completo, es mi preferido, por lo que simboliza en el Madrid de mis amores y porque sus frutos son muy beneficiosos, entre otras cosas, para la regulación del intestino, sin abusar de ellos, pues ya advertí en un antiguo post que el licor que contienen emborracha hasta a las aves que revolotean en su entorno, lo que no impìde elaborar con ellos un licor muy agradable. Me preocupa el Madroño, está a reventar de madroñitos, sus ramas se doblan por el peso cuando aún no han adquirirdo el rojo necesario para recolectarlos, sus hojas se ven pardas, aunque este árbol perenne no precisa mucha agua, basta con verter en su alcorque dos cubos de ella una vez al mes, sin embargo el excesivo calor en una época en la que no es habitual temo que se lo lleve sin piedad, después de los diez espléndidos años que hemos disfrutado de su alegre compañía . No quiero resignarme, necesito su presencia coloreando este entorno antes de la llegada del gris Invierno.
El cedro, el pino, las tuyas y el magnolio siguen adelante...
El macizo de margaritas empieza a brotar, pero débilmente. Eso sí, la gran alegría de estos días campestres han sido esas cinco rosas, como las prendidas de antaño, como flechas en un haz, que nos sorprendieron al llegar. Cada una en un rosal diferente, una roja grande abierta al máximo por encima de la cabeza de la Virgen que está sentada debajo de la encina seca rodeada de un rosal. Otra, también roja. junto al nombre de la casa: Noray; asomando por la verja: una rosa, rosa, con un pequeño capullo de las que llaman "Quen Elizabeth", en la esquina del porche, la rosa amarilla que tanto gusta a Esther. He dejado para el final la más querida y preciada, la que, según va floreciendo, va cambiando de color, nace blanca, se torna algo amarilla para tomar un tono rosado pálido con un ribete rosa más fuerte. es mi preferida porque este pequeño rosal nos lo regalaron en una casa de retiros de nombre El Soto.
Cuando asoma en su rosal, siempre aguardo a que luzca su color definitivo para cortarla y ponerla en manos de la Virgen de Chamorro, que trajimos de nuestro destino en Ferrol. Ahi está, junto a la Madre de todos nosotros.
Dicen que mañana empiezan las lluvias, si es así nos quedaremos sólo un día más para comprobarlo, pero me alegro mucho de haber venido porque lo hemos aprovechado al máximo y todos mis árboles y plantas, gracias hierbabuena por tu perfume, me han contado sus cuitas en esta soledad otoñal, sin colores y sin los ruídos de niños de este verano.
El macizo de margaritas empieza a brotar, pero débilmente. Eso sí, la gran alegría de estos días campestres han sido esas cinco rosas, como las prendidas de antaño, como flechas en un haz, que nos sorprendieron al llegar. Cada una en un rosal diferente, una roja grande abierta al máximo por encima de la cabeza de la Virgen que está sentada debajo de la encina seca rodeada de un rosal. Otra, también roja. junto al nombre de la casa: Noray; asomando por la verja: una rosa, rosa, con un pequeño capullo de las que llaman "Quen Elizabeth", en la esquina del porche, la rosa amarilla que tanto gusta a Esther. He dejado para el final la más querida y preciada, la que, según va floreciendo, va cambiando de color, nace blanca, se torna algo amarilla para tomar un tono rosado pálido con un ribete rosa más fuerte. es mi preferida porque este pequeño rosal nos lo regalaron en una casa de retiros de nombre El Soto.
Cuando asoma en su rosal, siempre aguardo a que luzca su color definitivo para cortarla y ponerla en manos de la Virgen de Chamorro, que trajimos de nuestro destino en Ferrol. Ahi está, junto a la Madre de todos nosotros.
Dicen que mañana empiezan las lluvias, si es así nos quedaremos sólo un día más para comprobarlo, pero me alegro mucho de haber venido porque lo hemos aprovechado al máximo y todos mis árboles y plantas, gracias hierbabuena por tu perfume, me han contado sus cuitas en esta soledad otoñal, sin colores y sin los ruídos de niños de este verano.
9 comentarios:
Como me gusta tu entrada Militos, eres una mujer sabia y delicadamente romantica. Me gusta tu metafora.
Por aqui abajo hoy ha sido el primer dia otoñal, con menos calor y nublado, con ese olor a tierra mojada que anuncia el cambio inminente y literal de la estación. Ojala, porque ya se hecha un poquito de menos el tiempo más fresco.
Un abrazo.
Qué sería del amor, si bruscamente se pasara de la alocada pasión de los amores jóvenes al total decaimiento de la ancianidad. El amor humano es un espejo de la propia Naturaleza, necesita vivir con intensidad las estaciones una a una, disfrutar de ellas y aprender a ser feliz en la superación de cada etapa, echando raices hacia dentro, sólo así el amor alcanza la plenitud de la perpetuidad.
¡Me ha encantado tu reflexión!.
No sabia las propiedades que tiene el lilo.¡Muchas gracias!
Buen fin de semana.
Un abrazo. Dios te bendiga.
Militos, amiga, el post lírico que has hecho en esta ocasión es una preciosidad, me ha parecido estar dando un paseo por todos los rincones de tu jardín.
En ese ambiente, imagino vuestra relajación, que después de un verano ajetreado de hijos y nietos, unos días de soledad compartida, tampoco viene nada mal.
Tampoco por aquí está habiendo un Otoño espectacular, como suele suceder en otros años, ya nos podemos fiarnos ni de la estaciones del año, claro está que cuanto más tristes son, más te invitan a escuchar música y eso es lo que en estos momentos estoy haciendo con los cascos puestos.
Un beso, querida amiga y un fuerte abrazo para Julio.
Sin palabras..., extasiadito m´as dejao... Más no se puede decir, mejor.. no se puede describir.
A veces..., haces unos post, en los que te sales, está es una de ellas.
Besiñós de esta HOJA también OTOÑAL.
Off top. ¿Tu crees que dejaran florecer alguna vez a la variedad conocida como "Queen Letizia???"
Espinoso tema para tan singular flor.
Queridos amigos: Mento, Marian, Terly y Arcendo: Gracias por vuestra presencia en este rincón de nostálgias, me alegro de que os haya gustado, pero el mérito no es mío, yo sólo contemplo y escucho.
Besos y Besiños
Pase a visitar tu espacio y fue todo un honor el visitar tu blog. Desde Jaen un abrazo y feliz semana
Muchas gracias, Miguel, el honor es mío.
Un beso
Hola, bonito blog.
Saludos.
Como bien dices,necesitamos vivir con intensidad las estaciones del amor,una a una,disfrutando y aprendiendo de ellas,echando raíces hacia y hasta el Cielo,para alcanzar la plenitud de la eternidad.Las cinco rosas son flechas que nos conducen a los Luceros, muy arrimaditos a la Virgen de Chamorro,la preferida de nuestro General. Un fuerte abrazo
querida Militos. Saludos al gran Terly.
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