Poeta de versos hecho, poeta que levantaste el vuelo y no te encuentro, ya no puedo beber de tu palabra, poesía viva, aquella que leía en tu mirada, la que penetraba en mi alma y mis sentimientos dejaba al descubierto.
Nada se podía ocultar, tus ojos de caramelo como cuchillos, como navaja, penetraban en el bosque de lo íntimo, sesgaban la hojarasca con que intentaba ocultar la desnudez de mi alma.
Señor de los versos que mi vida de nuevo llenó de poemas, de palabras relegadas, aquí en el Mar te siento más cercano, mientras lloro tu ausencia, aquí te descubrí, te hiciste presente por primera vez sólo con seis palabras.
¿Por qué si estás tan lejos? ¿Si no hay modo de encontrarte, he vuelto a sentirte dentro, cercano? ¿Por qué te dejaste hallar para hoy perderte en el olvido más ciego y mudo?
¿Recuerdas mi confesión aquella? :
"Hasta que tú llegaste pensaba que la poesía se guardaba sólo en los libros y ahora he descubierto que es una persona, que puedo hablarla y sobre todo que me contesta."
Más tarde pude verte, tenerte a mi lado, tomar tus libros en mis manos, con tus dedicatorias, poemas para mi nombre. Yo amaba tu palabra distinta a todas; de leerte volví a recoger mis versos, postergados a la vida diaria de ama de casa.
Como llegaste, hoy te has ido y aquí en este mar que conoces, que amas, que a tus pies llegaba unos metros más allá de donde ahora me encuentro, no puedo dejar de evocarte, con la saudade de quien ha perdido para siempre el mágico tesoro de tu poesía, unica, diferente, íntima, de persona a persona, de amor sin nombre, con destino individual y universal.
Quizás algun día vuelvas a asomarte a mi ventana abierta, quizás ya no esté en ella. Sin embargo, no quiero decirte adiós, si lo hiciera el poema para mí habría terminado.
Fotografía de la playa de San Juan, tomada ayer al anochecer
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