PATIO DE LILAS

Esta mañana he llorado, he llorado por la calle O'Donnell. No pensaba detenerme porque ya me habían contado que no te encontraría, pero al verme tan cercana no me pude contener. Otros asuntos me llevaron por allí y una absurda esperanza me hizo cruzar de acera. No, me dije, sólo pienso echar un vistazo, no me voy a impresionar porque ahora tengo cosas mucho más serias de qué preocuparme. Ya no soy una niña y, sin embargo, era la niñez lo que trataba de reencontrar en ti, la niñez, la adolescencia que sana las heridas del presente.

Mis pensamientos no quisieron sentir otra cosa que el patio arbolado, los jazmines trepadores y ese aroma lejano de las lilas que, por las ventanas abiertas de la casa, invadía cada primavera habitaciones y sueños. Los juegos, los niños, el corro, las risas, las canciones, retornaron en un intenso aroma de lilas, con él se fueron, en un instante, los años cargados en la mochila del tiempo.

Vuelvo a ti, casa donde viví todo lo que ahora añoro, vuelvo y tú no estás como tampoco lo estoy yo, casa perdida, casa derruída...Contemplo el solar, ya no quedan las piedras donde guardaba mis sueños de adolescente, cuando reía, cuando cantaba, cuando creía que aquello sería siempre la vida. Hoy he vuelto para repetir los juegos, para volver a tomar en mis manos aquellas amadas lilas, aquellas que todo lo invadían, para otra vez hacerlas perfume entre mis dedos... Pero ellas se resistían. nada quedaba, nada revivía.

Mi casa, la casa que me despertó a la vida no estaba, estaba yo sola, todos se fueron, nadie volvió, nadie me ayudó a levantarte de nuevo, nadie recogió mis lagrimas, regaron aquel insoportable lugar de coches que fue mi patio de lilas.