Adiós mi vieja y querida amiga. Un nudo atenazaba mi garganta esta tarde al ver como sin piedad alguna, desahuciada por tus años, eras arrastrada a la soledad, abandonando nuestra nueva casa por la puerta de atrás.
Siento mucho tener que confesar que la necesidad de ayuda me hace sustituirte por otra, pero ese espacio de once o doce años en que me ofreciste sin condiciones tu cuerpo potente y resistente, en un servicio casi ininterrumpido y completo, ninguna podrá nunca emular.
Parece que fue ayer cuando arribaste a nuestro lado y todos te brindamos un caluroso y ardiente recibimiento. Mi padre entusiasmado se presentó, acompañándote, en San Fernando. Eras su regalo: "Mira Militos, la última maravilla en electrodomésticos". se me llenaron los ojos de lágrimas al contemplarte y no pude por menos que compararte con la primera que conocí cuando me casé. Sí, aquella que la ropa. una vez lavada, era necesario pasar por un rodillo para no inundar la terraza del vecino al tenderla.
Supe nada más verte, lo felices que tú y yo seríamos, cómplices y amantes incondicionales. Ningún ejemplar de tu especie ha sido nunca dueño de mi amor apasionado como tú. A ninguno he confiado nuestras intimidades como a tí. Día tras dís tu ser se abría sin reservas para acoger amorosamente la insoportable ropa de mis hijos. Ni una protesta chirriante, ni una mala cara. Con ese soniquete arrullador en el que, al mismo tiempo que la ropa, mecías mis horas libres a costa de tu trabajo. Horas que yo aprovechaba para otros menesteres más gratificantes, como escribir o estudiar el Derecho Fiscal que me quedó coleando desde el quinto curso de carrera. Y ahora se me ocurre pensar que el regalo paterno, en el que invirtió una buena cantidad de billetes, debía traer esas segundas intenciones.
Con sinceridad, en un principio me asustaron tus enormes proporciones. Gracias a Dios, la cocina de aquellos edificios gaditanos de la calle Héroes de Baleares era inmensa. Encajaste perfectamente en el lugar que te habiamos asignado. Ahora que te has ido, cascada y mayor, me parece contemplarte en todo tu esplendor, blanca, brillante, recién parida en Alemania. Lo decían tus instrucciones que tuvo que traducirnos un vecino. La totalidad de tus piezas y tornillos, con incalculable precisión, vieron también la luz asistidas por manos y cabezas, eficacia e inteligencia germanas cien por cien. Tu estructura estaba dividida en dos cuerpos inseparables. El más amplio llevaba la peor parte, hacía suyos los olores, las manchas, la suciedad, el barro y el polvo bien adheridos a los tejidos, como imposible reto contra una batalla de parques y colegios. Tú podías con todo. En tu lateral izquierdo, la centrifugadora a mil revoluciones. De las primeras, por no decir la primera, de las que llegaron a España, ahorraba ese esfuerzo excesivo de estrujamiento textil. Me hago cargo de la estupefacción de mis hijas si algun día llegan a leer mis reflexiones, pero quiero declarar que las pioneras en la auténtica liberación de la mujer fuísteis vosotras, ¡lavadora y centrifugadora! Y yo tuve la suerte de contarme entre las liberadas.
Por si estos atributos no fueran suficientes, mi añorada amiga, tu cuerpo se abría y cerraba por la parte superior. ¡Cómo olvidarte!, si tú has sido inseparable de los primeros años de mis hijos. aquellos que llenaban mi casa y mis ilusiones jóvenes de juegos, bailes y canciones, cuando yo tenía ganas de cantar y componer para ellos. LLoros, peleas, travesuras, noches en vela, besos, abrazos...¡Vida!. Todo lo hemos compartido tu y yo. ¿Cómo olvidarte? si no recibí de ti protesta alguna cuando ropitas diminutas y pañales de felpa ( el Dodotis no se había inventado o al menos no era factible encontrarlo en aquel lugar de Cádiz), eran para ti presagio de incremento laboral. Un nuevo miembro venía a hacerse sitio entre nosotros, uno a uno hasta los ocho que conociste.
Tengo la certeza de que no consigo hacerte la justicia que mereces con mis palabras de elogio. Por eso voy a guardar silencio. Y me asomo a la terraza para contemplar como el camión rojo, con su lona azul, dobla la última curva de Eladio López Vilches. LLoro, lloro amargamente. me siento ingrata. Te digo adiós y siento al mismo tiempo que este desprendimiento es el último eslabón que a San Fernando nos unía. Y lo siento más que por mí, por ellos. Allí han sido felices. crecieron al sol, al aire y sobre todo al mar. Y tú, mi querida y vieja lavadora, caducada por nuestro uso y abuso, formabas parte de todo aquello. Para colmo la nueva aunque pertenece a tu misma familia, no me gusta nada. Ya no viene de Alemania como llegaste tú. Vulgar, con su ojo de buey que tendré que abrir y cerrar contantemente, en una postura doblegada, y sus dimensiones estandar.
Soy consciente de que no te van a dejar descansar en paz. Utilizarán algun elemento tuyo para trasplante de nuevas máquinas. Me hubiera gustado guardarte de recuerdo, pero tú lo sabes, la cocina actual es como la mitad de aquella otra donde habitábamos las dos como reinas.
No eras una máquina, tenías vida y compartiste la mía todos esos años. Te prometo que las que vengan detrás tuya sólo van a ser lavadoras para mí.
_Señora, señora ya le dejo instalada su nueva lavadora, pero no se crea que ésta le va a dar tan buen resultado como la genuina alemana.
_¿Qué me va usted a decir? amigo. ¡Nunca olvidaré mi primera AEG!
Fue escrito en un cuadernito, nada más llegar a Madrid, en Septiembre de 1975. en otra hoja aparece el peso creciente de Borja, el noveno de mis hijos nacido en diciembre y el peso mío decreciente hasta que en junio recuperé la línea. En aquellos tiempos no era como ahora que ya salen escuálidas del paritorio.
La pintura es de Picaso: Mujer llorando
19 comentarios:
Militos, casi me haces llorar, al tiempo que me has recordado mi televisor Telefunken, traído también de Alemania por el Director (alemán) de mi empresa, expresamente para mí. Año 1970, de los primeros en color que se veían en mi ciudad, todo un acontecimiento para familiares, amigos y vecinos. No sé cuantos pero también me duró un montón de años.
Un beso.
Terly: es que yo la despedí llorando. No sé como serán ahora las cosas alemanas, pero entonces no tenían igual.
Tu televisor debió dar el golpe ¿no?
Un beso
Preciosa y muy sentida carta, que efectivamente conmueve, tan solo puede venir de alguien que tiene mucho DENTRO y sabe querer como tú quieres. Me ha gustado mucho la carta, el Picasso un poquito menos.
Off topic. Eso de no querer competir con Terly, vamos a dejarlo, lo que pasa es que yo soy mucho más modesto, y no me gusta exhibirme por ahí... que si no....
jajajaja
Besos.
A mi Picaso tampoco me gusta, pero venía a cuento.
Bueno, bueno vamos a dejar ya el tema de las preciosidades de cada cual porque estoy viendo que se van a perder las amistades.
La verdad es que rebosas humildad por los cuatro costados.
Gracias por entender mi dolor al perder esta gran amiga.
Un beso
Militos:
Estoy preparando el café, a las cuatro te espero a ti y a María en mi casa para tomarlo.
Un beso
María está emocionda, ya tiene todo preparado para coger el avión. allí estaremos
Un beso
Militos,
Mi madre tuvo una AEG Lawamat que le duró como 20 años. En casa somos 9 hermanos. Cuando pidió a AEG la misma, su hermana pequeña, sólo duró 6... qué pena.
Por cierto, te pongo una canción facilita para este finde, ya te pondré alguna más con tus blogs del finde pero para empezar: Requiem de Mozart.
Un beso,
Aguijon: Es que las primeras eran inigualables, pero porque se fabricaban enteras en Alemania, ya te digo que hasta los tornillos. seguro que tu madre lloró como yo al perderla.
Me encanta el requiem que me has puesto, lo buuscaré esta noche.
¿Has preparado ya la foto?, o mándame una de tu mujer por correo y le hago un panegírico como a Terly. Un beso
¡Ay militos, perdona que te diga que lo siento a la vez que no me puedo aguantar la risa!
Pero es que tienes gracia hasta para contar esta desgracia.
Yo guardo en mi memoria la imagen de la prima hermana de tu amiga, con sus rodillos y todo, que estaba viviendo en casa de mi madre. Y la verdad es que me hubiera gustado que se quedara con nosotros.
Por cierto, que el cuadro de Picaso está total, que ni pintado.
Militos, me emoccioné mucho con tu "Requiem por una amiga".
Perdona que fuí muy desatenta
contigo al no contestar tus comentarios respecto a mi blog
"Placer de leer". Pero es que estuve muy atareada con los detalles de la edición de mi libro,con el conenido precisamente,
de mi blog y con su mismo nombre.
Dios mediante,estará listo en
Diciembre, con el cual veré relizado uno de mis sueños.
Me gusta mucho como te expresas y aunque no te lo digo, visito siempre tus blogs.
Con afecto, Juliana Gómez Cordero
Ayyy, que risa
Y es que cada vez que veo el cuadro me vuelve la risa, ja, ja, ja
Ahora cada vez que vea el cuadro me acordaré de tu duelo y lo siento que me de la risa
Y además es que pareces una requeté
Ji, ji, ji
qué gracia tienes.
Fran ¿con que te ries de mi llanto?, ten amigas para esto. Te vas a quedar sin más premios, por sádica.
Aquello del rodillo era agotador.
Besitos
Juliana: no sabes la alegría que me has dado con tu visita. Estaba muy extrañada de que no escribieras en el blog. Me alegra mucho lo de tu libro, ya me dirás cuando lo publicas y si hay posibilidad de adquirirlo porque seguro que es muy interesante, me gustaría mucho.
Gracias por tus palabras, eres muy amable y espero que nos veamos más a menudo.
Un beso Juliana
Fran: ¡reportate!, ¿te ries de Picaso o de mi?, para que te chinches te diré que Pablete se inspiró en mi pérdida para pintar ese cuadro. Lo que no le perdoné nunca fue que me colocara esa boina, que sólo tu te has dado cuenta que era de requeté. ahí rompí mi relación con el pintor. En el fondo él no era tan rojillo como aparentaba. Yo le conocía bien.
Besitos
Ya veo la botella en lontananza, está llegando.
fran ¿no me digas que aun no te llegó la botella. ¿Pero gallardón no había aumentado el caudal del Manzanares?.
Espero que no tarde mucho. Besitos
Militos no dejas de sorprenderme jajajaja, no hay nada como la tecnología Alemana, casi todos los cacharros que compro son de allí, incluidos los coches.
Saludos
caballerozp: no te rias que menudo llanto me costó su pérdida.
Tienes razón en lo de la tecnologia alemana.
Un abrazo
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