miércoles, 18 de noviembre de 2009

A LA FUENTE DEL QUERER



Ayer fui, como Catalina, a la fuente del querer. Lavé en ella mis vestidos, mi cara, mis manos, puse a orear la ropa en el pequeño prado, recordando aquel verano en tierras asturianas. Frente a la casa un "prau" verde, era asiento y lecho de las blancas coladas que, si mal no recuerdo, se extendían sobre él enjabonadas para que, sin echar mano a la lejía, blanquearan bajo los rayos del Sol.

Ayer mi alma lavada en la fuente del querer, extendí al Sol que siempre arde. penetró en mi ser y blanqueó los rincones más ocultos de la estancia cerrada. Allí te encontré, como siempre aguardando mi remolona llegada. de tu boca no salió un reproche y cuando mi cabeza abajaba porque creía merecerlos, Tú me miraste, yo te miré y todo ese amor que para ese momento guardabas parecía decirme: "Zaqueo baja de la higuera que quiero hoy hospedarme en tu casa".


Y bajé, Señor, apresurada y temerosa. ¿El Señor en mi casa? Y, como Zaqueo, quise dártelo todo, riquezas, dinero, bienes, pero me di cuenta que de eso ya no me queda nada. ¿Qué puedes querer de mi si sólo tengo preocupaciones, disgustos, dolores físicos y morales, cansancio, debilidad, trabajo, alegría forzada...y amor, mucho amor? ¿Quieres eso, Señor? ¿Son esos mis tesoros, mis riquezas? ¿Cómo agasajarte con eso?


No tuve respuesta, pero el Señor se hospedó en mi casa.



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